miércoles, 7 de noviembre de 2007

Entrevista a un ex barrabrava (Diego Benetti)

Yo paraba en la tribuna visitante, enfrente de la casa amarilla. Un día viajamos a Rosario, donde tuvimos una pelea con la hinchada de Central porque nos quisieron robar las banderas, la de Tigre. Y justo cayó la barra. Nos vieron y me vinieron a encarar. Me preguntaron quien era y que estaba haciendo. Les dije que estaba defendiendo la bandera. Y ahí me dijeron que la próxima fecha, que era el Boca – River fuera a la Doce para charlar. Fui, me subí a las “fierros”, charlé con Di Zeo y a partir de ahí empecé a parar en la Doce

Tres o cuatro años. Todos los domingos a todos lados, a Japón contra el Real Madrid, fue espectacular.

No ocupaba ningún rol en particular. Yo lo hacía porque me gustaba tocar los bombos. Movía un poco el tema de las banderas pero no tenía una función. Aparte yo no me enganchaba en todo lo que estaba armado ahí adentro. Yo hacía la mía.

Hay líderes que se ocupan de manejar a toda la barra. Uno de ocupa de los bombos, otro de las banderas... hay toda una logística muy grande. Hasta algunos llevan comida en el entretiempo. Hay líderes con cinco o diez personas atrás, que son los cabecillas. Hay una primera línea, una segunda línea y después están los “Che, pibe”. Están los grupitos con su líder.

Toda barra brava está conectada con la dirigencia y con los jugadores. Un día estábamos en la Bombonerita, que es donde para la Doce. Le suena el teléfono a Rafa y era Palermo. Por el tema de las entradas, el dinero... Los barras tienen todos los teléfonos de los jugadores. Cada jugador le paga un canon a la barra.

Si. No se si decir la palabra socios. Cuando la dirigencia de Boca decidió no darle más entradas a la barra, le dejó liberada una puerta que es por donde entra la Doce. Entonces, yo juntaba diez o veinte pibes y les decía “dame diez pesos”. Les cobraba entrada pero no se las daba. Después le decía a la policía que ellos entraban con nosotros y los hacíamos pasar. Después juntábamos la plata y la repartíamos con la policía.

La violencia en el fútbol no tiene solución. Después de haber estado en una barra y ver con que tipo de gente se maneja una hinchada, te das cuenta que es un problema socio cultural. Todo arranca desde que un chico va al colegio y la enseñanza que le dan. Acá nunca van a poder hacer lo que hicieron en Europa.

Las banderas no tienen valor económico. Por ejemplo, a San Lorenzo le robaron una bandera. Entonces, el jefe de la hinchada de San Lorenzo habla con el de la hinchada de Boca. Le dice quiero esa bandera. Entonces le dicen que tiene que dar tanta plata... o marihuana o cocaína. Es una deshonra muy grande para una hinchada que te muestren tu bandera desde la hinchada rival. Por eso se arma tanto lío con las banderas. Por eso, si vas a la cancha y te roban la bandera, tratá de que no sea de la hinchada. Y si es, tratá de conseguirla o no vayas más a la cancha porque vas a cobrar. Porque si al partido siguiente, la bandera aparece enfrente, van a buscar inmediatamente al grupo que la perdió y le dan una paliza bárbara.

El barrabrava no está vinculado con el periodismo. Ahora ya no es más como antes. Antes, era todo más rústico. Ahora todo es más comercial. Fijate que sale a hablar el jefe de cualquier barra. El otro día estaba mirando el programa de Rolando Graña (Crónicas Extremas), al jefe de la barra de Central haciéndose toda la nota. Está todo muy comercializado. Le pagan para hacerlo. La relación es buena aunque los castiguen. Todas las barras están vinculadas con la política y el poder. La mayoría de la barra de Boca, sus líderes, trabajan en la Legislatura porteña. Di Zeo, Santiago Lancry, que era mano derecha del Abuelo. Los de San Lorenzo están con (Hugo) Moyano. Hay un respaldo político muy grande y por eso todo el mundo entre y salen de las comisarías.